La diabetes llegó a la vida de mi hija en 2007, cuando era una señorita de casi 11 años. Fue duro, complicado, triste, difícil, incomprensible; pero ella siempre ha sido una niña fuerte y lo aceptó con tanta naturalidad que nosotros, sus padres, comenzamos a asumirlo con menos tristeza.
Soy una madre como cualquier otra, pero que por la diabetes de mi hija he pasado por situaciones que nunca llegué a pensar que tendría que pasar: problemas escolares e incluso algún que otro pequeño malentendido familiar. Tanto mi marido como yo hemos hecho las cosas lo mejor que hemos podido, por eso hace unos años, cansados de la situación escolar de nuestra hija comenzamos a denunciar hechos que no considerábamos justos. No permitirle asistir a las excursiones, enviarla al baño para suministrarse insulina, evitarle el acceso a su medidor de glucosa y un largo etcétera de situaciones extrañas que nuestra hija tuvo que soportar. Tocamos muchas puertas de asociaciones de diabetes para pedir ayuda y no recibimos respuestas. Desde la Fundación para la Diabetes nos escucharon, nos recibieron, y nos pusieron en contacto con Javier Sanhonorato, y a partir de ahí empezamos a ver algo de luz. Dimos muchas vueltas, presentamos muchísimos escritos, recibimos respuestas de lo más variadas, pero al final, gracias a la intervención de Javier se firmó un protocolo de actuación para el colegio y las cosas empezaron a normalizarse.
A partir de las múltiples reuniones con Javier, y las muchas injusticias que vemos día a día, nos vimos en la necesidad de aportar nuestro granito de arena a la causa. Y aquí estamos, intentando que ningún pequeño pase por lo que nuestra hija tuvo que pasar, que se cumpla esa frase que nos dicen en el debut: VIDA NORMALIZADA.
Poco más puedo decir de mi, que soy peleona y muy cabezona, y que no me gustan las injusticias, que cuando hay causa soy incansable, y que creo que el mayor problema de la diabetes es la sociedad, empezando por los propios interesados que muchas veces callan entre lágrimas y no se hacen escuchar. Juntos podremos conseguir una vida normal.